La Aproximación al Otro





Figure at a Window by Dalí.

La especificación simbólica con la que cada niño carga es indistinta y nuestro valor y tarea precisarlo. Acercar al sujeto que se está formando es menester de quienes profesan la terapia como estilo de vida y fin único al momento de articular palabras. 

Los sujetos que estamos formando con lo que nosotros ya somos nos obliga a tener que entender de manera detallada y precisa el movimiento intrapsíquico de quienes nos visitan en la consulta y afuera juega con un carro o un balón, que en ese momento, es su Otro. 

Es necesario comprender ¨que el Otro porta un nombre preciso para cada sujeto. Ejemplifica diciendo que para Picasso el Otro es “la pintura”; para Borges, “la literatura”; para Lacan, “el psicoanálisis”; para una paciente, “la pareja”; para otro, “el dinero”... donde los ejemplos, por supuesto, pueden seguir al infinito.

De esto se desprende un hecho clínico interesante: ““el yo no sé” de los adolescentes puede encontrar su razón en la imposibilidad de nombrar este Otro..." (Mitre, 2001). 

El revelar los yo no sé de quienes acuden a uno con este u otra petición distinta es cuestión, quizá, de dar cuerda. De girar poco a poco las manillas de un reloj que eventualmente toparán y con esto, el fin. El fin que se asemeja al acercamiento del niño con su deseo, con su Otro. 

Quién vaya a saber si pronto estará uno acercando al próximo Borges a su literatura, o un Rembrandt contemporáneo a su Otro. La responsabilidad que yace en al trabajo clínico con sujetos en formación requiere del exquisito gusto por la precisión, del aguante de cada no que va a venir tras interpretar o tratar equis situación. La equivocación es parte del trabajo, el errar como si fuéramos, o no, humanos. 

El trabajo que uno precisa en cada interrupción del discurso ajeno, o bien, en el juego, es un paso más. Uno adelante o uno atrás, pero un paso que aleja de lo que no se desea o acerca al Otro. 






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